miércoles, 21 de mayo de 2014

El papel de la familia en el envejecimiento activo

Ya se ha mencionado el papel positivo de las redes familiares, sociales y comunitarias en el bienestar general y la salud de las personas mayores, como parte del envejecimiento activo correspondiente a la alta participación social. También influyen en el envejecimiento activo las relaciones entre las distintas generaciones que conviven en una misma época, dentro y fuera del ámbito familiar, siendo lógico que los encuentros entre generaciones deban comenzar en la familia.

El ‘sentirse necesario’ es uno de los predictores de longevidad. En la mayor parte de estudios longitudinales las personas mayores que se sienten necesitadas por los suyos suelen vivir más y mejor. Tratar de mantener nuestras relaciones familiares y sociales con un óptimo nivel de satisfacción en el que cada miembro de la familia sienta que todos colaboran en un bienestar común es un objetivo importante para obtener un envejecimiento satisfactorio.

Existe una falsa idea, a saber, que es la gente mayor la que recibe el cuidado de la familia. Ello es parcialmente cierto y ocurre, sobre todo, en las personas mayores con serios problemas de salud. Sin embargo, son las personas mayores las que, en mayor proporción, las que son cuidadoras de los otros miembros de la familia. En un estudio reciente se pone de relieve que el 20% de las mujeres y el 13% de los hombres mayores cuidan a otros adultos y que el 40%, tanto de hombres como de mujeres mayores cuidan a niños (a sus nietos). En definitiva, a lo largo de la vida, existe un claro intercambio de cuidados cuyo centro está en la familia y cuyo motor radica en estrechas relaciones afectivas.

No solo eso sino que las personas mayores realizan una extraordinaria labor de cuidado de la familia, haciendo gestiones, pequeñas reparaciones domésticas, compras, arreglo de la casa, recogida de los niños del colegio y otras muchas tareas en las que invierten un promedio diario de seis horas.

En el mundo de hoy, la pareja humana, para poder afrontar la vida cotidiana, requiere que ambos trabajen. Para ello, no solo se requiere el trabajo de ambos miembros de la pareja sino que también se requiere que “alguien” cuide de los hijos. Es cierto que  existen guarderías, que la educación formal, en la escuela, comienza en edades tempranas; pero, ello no es suficiente cuando el bebé es muy pequeño o cuando el niño de cualquier edad requiere cuidados por que padece cualquier enfermedad infantil común. Es entonces cuando los abuelos ejercen un papel esencial de cuidadores familiares.

La familia, factor de calidad de vida. En opinión de las personas mayores, las relaciones con la familia son una fuente esencial de bienestar y es la tercera condición más importante para la calidad de vida.

En España, aproximadamente un 20% de las personas mayores viven solas, un 45% viven en pareja y un 32% viven con sus hijos y/o nietos u otros familiares (generalmente, los hijos y/o nietos viven en casa de sus padres, ¡no lo contrario!) y solo un 3% viven en Residencias. Ello implica la oportunidad de tener estrechas relaciones familiares y, aunque algunas veces estas puedan ser incómodas y requieran de una alta tolerancia y respeto, también son una importante fuente de satisfacción.

Relaciones intergeneracionales y envejecimiento activo

Envejecimiento activo y solidaridad intergeneracional están juntos porque las relaciones intergeneracionales contribuyen a que el envejecimiento activo sea una realidad. Por intergeneracionalidad entendemos las relaciones de cualquier tipo entre distintas generaciones que convivan en una misma época, pero no se trata de que estén juntas si no que se relacionen entre sí. Estas relaciones entre generaciones se basan en saber escuchar y saber transmitir. Se trata de conseguir una sociedad para todas las edades.

Envejecer supone siempre un declive físico para las personas, pero también un crecimiento en cultura y en valores humanos, en sensibilidad y comprensión. Estas cualidades son las que queremos transmitir a las nuevas generaciones, al mismo tiempo que aprender de ellas todos aquellos conocimientos y vivencias que no estuvieron a nuestro alcance en épocas anteriores y que nos conducirán a integrarnos más fácilmente en esta nueva sociedad. En definitiva, hablar de envejecimiento activo obliga a hablar de relaciones entre generaciones, dentro y fuera del ámbito familiar.

Las relaciones intergeneracionales en el entorno familiar


Necesariamente tiene que ser dentro de la familia donde deben comenzar las relaciones intergeneracionales para que, a través del diálogo de padres, abuelos e hijos, se pueda paliar el impacto profundo que conlleva el cambio generacional. La familia debe ser el primer crisol de formación para inculcar valores, transmitir buenos hábitos, hacer buenos ciudadanos y, en definitiva, formar seres humanos. De estas relaciones las que más interés han despertado son las de los abuelos con sus nietos con todas sus posibilidades: relación con abuelos maternos o paternos, abuelos con hijos separados, abuelos cuidadores, abuelos custodios, abuelos itinerantes, etc.

Fuente
http://www.thefamilywatch.org/Informe20132.pdf

martes, 6 de mayo de 2014

El envejecimiento cutáneo: problemas comunes y prevención

Entre todos los cambios, los de la piel son el signo más visible de envejecimiento. Las evidencias del aumento de la edad incluyen las arrugas y la piel flácida, además del encanecimiento del cabello como signo obvio La piel tiene muchas funciones: protege del medio ambiente, ayuda a la regulación de la temperatura corporal y al balance de líquidos y de electrolitos, al igual que proporciona los receptores para las sensaciones como el tacto, dolor y presión. Aunque la piel tiene muchas capas, en general se puede dividir en tres porciones principales: la externa (epidermis) que contiene las células de la piel, pigmento y proteínas; la media (dermis) que contiene los vasos sanguíneos, nervios, folículos pilosos, glándulas sebáceas y suministra nutrientes a la epidermis. La capa que está debajo de la dermis (la capa subcutánea) contiene las glándulas sudoríparas, algunos de los folículos pilosos, vasos sanguíneos y grasa.

Los cambios en la piel están relacionados con los factores ambientales, constitución genética, nutrición y otros factores; sin embargo, el factor aislado más importante es la exposición al sol, teniendo la certeza de que la luz U.V. es el principal agente determinante externo del envejecimiento cutáneo y se puede evidenciar al comparar las áreas del cuerpo que tienen una exposición regular al sol con las que están protegidas de la luz solar. Parece que los pigmentos naturales proporcionan algo de protección contra el daño en la piel inducido por el sol, pero hemos de comentar como los U.V. producen un daño acumulativo sobre la piel . Las personas con ojos azules y piel blanca muestran más cambios en la piel con el envejecimiento que las personas con piel oscura y fuertemente pigmentada.

Con el envejecimiento, la capa externa de la piel (epidermis) se adelgaza, aun cuando la cantidad de capas celulares permanecen sin cambio alguno. La cantidad de células que contienen pigmento (melanocitos) disminuye, pero los melanocitos que quedan aumentan de tamaño, de modo que la piel envejecida aparece más delgada, más pálida y traslúcida. Las manchas pigmentadas grandes (denominadas manchas por la edad , manchas hepáticas o lentigos y son extremadamente comunes después de los 40 años de edad y ocurren más a menudo en el dorso de la mano, el antebrazo, los hombros, la cara y la frente, ya que son las áreas de más exposición al sol) pueden aparecer en las áreas expuestas al sol. Los cambios en el tejido conectivo reducen la resistencia y la elasticidad de la piel, condición que se conoce como elastosis y es especialmente pronunciada en las áreas expuestas al sol (elastosis solar). Esta condición produce la apariencia correosa, deteriorada por la intemperie, común en granjeros, marineros y otras personas que pasan gran parte de sus vidas al aire libre. Los vasos sanguíneos de la dermis se vuelven más frágiles, lo cual a su vez provoca equimosis y sangrado debajo de la piel, los angiomas en cereza que son masas cutáneas benignas , bastante comunes que varían en tamaño y cuya causa se desconoce. Estas masas se pueden presentar casi en cualquier parte del cuerpo, pero generalmente se desarrollan en el tronco. Las glándulas sebáceas producen menos aceite a medida que se envejece. Los hombres experimentan una mínima disminución, por lo general, después de los 80 años de edad, mientras que las mujeres producen gradualmente menos aceite después de la menopausia, lo que puede hacer que sea más difícil mantener la humedad de la piel causando resequedad y prurito. La capa de grasa subcutánea, que facilita el aislamiento y la amortiguación se adelgaza, incrementando el riesgo de lesionar la piel y reduciendo la capacidad de mantener la temperatura corporal. Como hay menos aislamiento natural, en clima frío se puede presentar hipotermia . Algunos medicamentos son absorbidos por la capa grasa y la pérdida de dicha capa cambia la manera en que dichos medicamentos actúan. Las glándulas sudoríparas producen menos sudor, haciendo que sea más difícil mantenerse fresco y se incremente el riesgo de hipertermia o de insolación .

Efectos de los cambios

Adelgazamiento y arrugas: El adelgazamiento ocurre en la medida en que disminuye la producción de células en la epidermis. La dermis también puede tornarse más delgada y estos cambios en ambas capas hacen que la piel parezca más como papel crepé y se arrugue. La piel envejecida se describe a menudo como más similar al 'papel'.

Pérdida de la firmeza: La piel pierde firmeza al envejecer porque produce menos elastina (fibras elásticas que le confieren flexibilidad) y colágeno (fibras densas que le confieren fortaleza). Con estos niveles menores de elastina y colágeno, la piel finalmente se rinde a las fuerzas de la gravedad cayéndose y encorvándose.

 Manchas de la edad: Las células de la pigmentación que contiene la epidermis (melanocitos) tienden a aumentar en ciertas áreas, en particular en el dorso de la mano que ha estado expuesto al sol, y se agrupan formando lo que se conoce como manchas de la edad.

 Sequedad: La piel envejecida tiene menos glándulas sudoríparas y oleosas. Esto puede hacer a la piel más propensa a condiciones de sequedad como la aspereza y la picazón. Si bien es posible que estos efectos nos ocurran a todos, la velocidad y el grado de envejecimiento de la piel tiene en parte que ver con factores genéticos. Aún más significativa es la influencia que ejercen los factores del estilo de vida. 

Problemas comunes
Los trastornos de la piel son tan comunes en todos los adultos mayores que a menudo es difícil diferenciar los cambios normales de los que están relacionados con una enfermedad. Más del 90% de todas las personas adultas mayores manifiestan algún tipo de trastorno de la piel. Los trastornos de la piel pueden ser causados por muchas enfermedades como diabetes, enfermedad hepática, enfermedad cardíaca y enfermedades de los vasos sanguíneos como la arteriosclerosis ; otras causas pueden ser el estrés, las reacciones a los medicamentos, la obesidad y las deficiencias nutricionales. El clima, la exposición a químicos industriales y domésticos, la calefacción en la casa, las prendas de vestir, las alergias a plantas y otras alergias, al igual que muchas otras exposiciones comunes pueden causar también cambios en la piel. La luz solar puede causar elastosis (pérdida de la elasticidad), los queratoacantomas (crecimientos de piel no cancerosos), el engrosamiento de la piel, los cambios en el pigmento como las manchas del hígado y otras condiciones. Así mismo, la exposición a los rayos solares también ha sido relacionada directamente con los cánceres de piel, incluyendo el epitelioma de células basales, el carcinoma escamocelular y el melanoma.

Prevención:

No hay que olvidar que una buena prevención y unos adecuados hábitos de vida constituyen las mejores armas para conservar una piel bonita. Se proponen varios consejos encaminados a este objetivo:

El sol: Los rayos UV emitidos por el son (y específicamente los rayos UVA) destruyen el colágeno y la elastina de nuestra piel. Los rayos UV también actúan como un motor productor de la pigmentación de la piel (melanina) lo que en apariencia resulta en las manchas de sol o manchas de la edad. Algunos dermatólogos sugieren que un 90% de los problemas asociados al envejecimiento son el resultado de demasiada exposición al sol. Sin tener en cuenta el porcentaje preciso, si buscamos la prueba de los efectos del sol, simplemente comparemos la piel de nuestro rostro con la piel de una parte del cuerpo que no haya estado expuesta al sol con frecuencia (por ejemplo ¡el trasero!).

El cigarrillo: Fumar causa severos efectos adversos sobre la piel ya que la nicotina de los cigarrillos estrecha los vasos sanguíneos y evita que la sangre circule hasta los pequeños vasos en la capa superior de la piel. Además fumar destruye el colágeno, responsable junto con la elastina de mantener la piel elástica y fuerte. Otro efecto adicional que puede tener el fumar es disminuir la velocidad de cicatrización de las heridas. La piel de un fumador se caracteriza por tener más arrugas y una tez amarillenta / levemente grisácea, resultado de la circulación pobre. 

La contaminación y el medio ambiente: Vivir en un medio ambiente contaminado significa que nuestra piel esté cubierta por una capa de suciedad que bloquea nuestros poros. El moverse continuamente desde atmósferas con calefacción central hasta otras con aire acondicionado también puede causar problemas, con la piel secándose y re-hidratándose alternativamente.

 Stress y falta de sueño: Todos sufrimos de ataques de stress ocasionales, y la piel puede ser uno de los primeros órganos en mostrar signos externos de stress interno: sequedad, sensibilidad, manchas y exceso de grasa son todos los síntomas. También es importante gozar de las horas necesarias de sueño, ya que es cuando dormimos que nuestros cuerpos y piel tienen tiempo de reponerse y rejuvenecer. 

La deshidratación: No solamente es fundamental el que bebamos como mínimo 2 litros de agua al día. También se aconseja lavar la cara con un jabón suave, secarse con suavidad e hidratarse inmediatamente. 

La mala nutrición: Se recomienda Comer sano, siguiendo un régimen equilibrado con muchas verduras y frutas.

Fuente:
http://www.igerontologico.com/salud/dermatologia/envejecimiento-cutaneo/1460